paco infiltrado

martes, 24 de mayo de 2011

McCartney ha muerto

McCartney ha muerto

En este primer comentario me referiré a la “rockera” visita de Paul McCartney a Chile, pero no hablaré del concierto, porque cierto chispazo de lucidez, evito mi presencia en tan magno evento. De ese chispazo y las reflexiones encendidas por el mismo es que deseo escribir.

Desde un tiempo a esta parte se hace habitual en chile dividir y categorizar mediante tarifas diferenciadas los lugares y beneficios ofrecidos a la hora de ir a presenciar un espectáculo, la estrategia no es tan nueva, la cuestión de distribuir los espacios y los beneficios en cualquier espectáculo es algo que se da con cualquier rito o evento social desde tiempos muy distintos al nuestro. Pero lo ocurrido con el concierto de McCartney es la más vulgar expresión de ambición y una burla para el país. Y es que deja en evidencia la grotesca desigualdad socioeconómica en que vivimos y a la cual al parecer estamos tan acostumbrados que la celebramos con una fiesta como la que sólo el viejo y querido Paul pudo entregar. Hasta aquí ya he dicho lo más “rockero” del concierto, mostrar lo grotesco de nuestra sociedad.
Dicha estrategia de producción de eventos no sólo alimenta la ambición y la avaricia, también bosqueja formas de construir una sociedad, la pone a prueba y demuestra lo que ella es, de allí que el detalle no sea menor. Por otro lado aniquila todo el poder, en este caso, del Rock como una de tantas estéticas y formas de cuestionamiento a un sistema que no se si es bueno o malo, pero que sí debe ser sometido a profundos cuestionamientos. Que esto ocurra es en parte consecuencia de estas formas de producción de eventos, que sí tienen la categoría de producto artístico. En este punto podríamos complejizar más el asunto, puesto que entramos de lleno a la cuestión que Benjamin trata en su texto “la obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica” donde a muy groso modo plantea cómo las formas de producción y reproducción de la obra de arte (que es la cuestión que esta en juego cuando nos referimos a un concierto) afectan a la obra misma y a la forma en que esta es percibida por los espectadores y el alcance político y social que esto tiene.
Claramente hoy, las formas de producción y reproducción han modificado la escena musical en general y el rock en particular, sin duda el McCartney fundacional, entre muchos otros, de ese rock honesto y salvaje ya no existe, pero aún se lo respeta por su legado, por lo que fue, pero todo eso que se venera de Paul, no apareció jamás en el escenario del miércoles 11 de mayo en Santiago de Chile, no porque él no quisiese entregarlo, sino porque los mismos asistentes al concierto fueron a celebrar aquello que ellos mismos estaban sepultando. En el mismo sentido, el cuestionado formato de conciertos que hoy se oferta en chile, cae de perillas a nuestra sociedad experta en destruir a sus ídolos.

El último concierto de McCartney en Chile no fue más que una imagen de McCartney algo así como una fotografía, quizá una hermosa fotografía, pero una postal turística mas, cuestión muy cercana al esnobismo y por otra parte rememoranza de un tiempo perdido por el que lloramos, sin hacer nada por recuperarlo. Así nos venden una forma de vida, nos venden el patético espectáculo de una estrella muerta, que ya no existe y de la cual sólo queda aún su luz viajando en el cosmos, porque su música es así como la luz en el cosmos, en el infinito, no tiene espacio ni lugar.
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1 comentario:

  1. el mejor de los beatles es ringo star. jajajaja nadie lo quiere, por eso es el mejor.

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